Cuando comienza el curso escolar, los padres tenemos que decidir a qué actividades extraescolares inscribimos a nuestros hijos y cuáles serán las que más beneficios les aportarán. Como profesional del ámbito educativo, recomiendo que no se abuse de ellas y que siempre tengamos en cuenta las preferencias del niño a la hora de seleccionarlas. En ocasiones, empiezan a acudir a múltiples actividades que lo único que les ocasionan es estrés.

Todos los padres lo hacemos con la mayor ilusión y la intención de que nuestro hijo sea el mejor en todo, el más preparado y el que tenga mejores destrezas desarrolladas. Les apuntamos a inglés, porque tiene que aprender idiomas y el inglés es el futuro; a pintura, porque tiene que desarrollar sus habilidades artísticas; a deporte, para desarrollar el trabajo en equipo; a piano o a ballet, para que agudice el oído; o incluso en los centros más modernos a yoga o psicomotricidad y un largo etcétera de actividades que ofrecen los centros, que aunque den más oportunidades a los estudiantes en edades muy tempranas, se olvidan de dejarlos jugar y disfrutar de su tiempo libre.

El número de horas de juego en la calle es cada vez menor, e incluso el de zonas de ocio, a favor de jugar en casa o en la escuela. La interacción del niño con otros niños es importante para su aprendizaje y el desarrollo de las habilidades sociales y comunicativas. Si cogiéramos a un grupo de alumnos y les preguntáramos quienes son sus compañeros de juego, ¿qué crees que nos contestarían?

Como padres no nos podemos perder esa necesidad imperiosa que nuestros hijos reclaman tanto  y dedicarle un rato a ello, afianzaremos nuestra relación. Pensad que no se puede retroceder en el tiempo y nuestros hijos necesitan de tus aprendizajes para forjarse como personas.

No podemos obviar que muchas veces este abuso de actividades, fuera del horario escolar,  viene motivado por las largas jornadas laborales de los padres, pero si como adultos acabamos el día cansados después de las 8 horas de trabajo, la clase de spinning y la hora de inglés, ¿Por qué no les dejamos a ellos que dediquen más tiempo a jugar? Y, ¿por qué no jugamos más con ellos?

El tiempo que invierten los niños jugando, de una forma indirecta lo emplean en fomentar la creatividad, las ganas de descubrir cosas nuevas, resolver los conflictos que se le plantean, aceptar que hay normas y hay que cumplirlas. Si buscamos en Google o en canales de formación de Youtube el concepto “nuevas metodologías”, los primeros resultados que obtenemos son de centros pioneros en salirse del uso exclusivo de libros o fichas y acercarse a divertir al niño en las clases. Este concepto lo aplicamos en las clases particulares y los resultados que arrojan son sumamente superiores a los de hace unos años.

Hay que buscar el equilibrio perfecto, entre las obligaciones y el ocio y hacer un seguimiento de todo lo que hace. Como comentamos al principio, hay que conocer el carácter y las necesidades de cada niño, ya que hay actividades que pueden ser muy útiles para algunos pero no para otros.

A esto hay que unirle, si además el niño tiene problemas con alguna materia y necesita refuerzo en casa. Los padres o tutores y el centro escolar deben unir sus fuerzas para que sea lo prioritario para el niño y para eso tenemos que conocer al profesor particular con el que se cuenta, las habilidades que tiene y el feeling con el alumno. Es una tarea compleja pero es importante rodearse de buenos profesionales para que ayuden al alumno.

En un post más adelante, revisaremos las características que debe tener un buen profesor particular.